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La Dictadura del Sexo

Hoy la erótica está modelada por la ciencia. Las personas buscan que se les explique cómo amar. Así como el lugar antiguo de la religión, hoy encontramos casi cada semana algún reportaje dictaminando acerca de los avatares de lo amoroso.

Lo particular de lo contemporáneo es que ya no se trata sólo de un tema de preocupación de revista femenina, sino que de publicaciones «solemnes» y de aspiración científica.

Nos enrostran estudios llenos de estándares: la frecuencia, cuanto durar, los rasgos que hacen más atractivos a un espécimen sobre otro, etc. Los técnicos del amor -quienes mientras más monos incluyan en sus estudios mejor (alguien decía por ahí, quizás para justificar su propia vida sexual) -van estableciendo marcas, como por ejemplo la obsesión que apareció hace algunos años por buscar el «punto G», ahora surge la eyaculación femenina como nuevo goal (no sabía? Sí entérese, ahora tiene un nuevo reto).

Desde otro frente, las revistas femeninas -sobre la idea de una nueva mujer libre- invitan a la sexualidad tántrica, holística, cuántica… promocionando juguetes sexuales de diseño para llevar en la cartera por si a una le baja la calentura por ahí. Angustiando a cuanta fémina que con su libido por el suelo se siente culpable y frígida.

Discursos que obligan -sin ser represivos- desde la figura del «descubrimiento científico» en el primer caso y desde la «vanguardia» en el segundo. Ambas sostienen que ahora sí que sí- bajo la bandera de la secularización y liberación- es posible gozar plenamente de lo sexual y entenderse con otro. Este proyecto sería viable gracias a la sexualidad técnica: terapias de pareja, programas para aprender a tocarse, viagra, cursos de seducción, comunicación efectiva, artefactos de ortopedia sexual, educación sexual, consejillos por aquí y por allá.

Sin embargo, nos encontramos con las impotencias selectivas (a veces sí a veces no), las eyaculaciones precoces, la falta de deseo sexual, las ansiedades a la orden del día; asimismo en el terreno de la pareja las mismas dificultades de siempre: aburrimiento, infidelidad, exceso de alcohol o derivados (generalmente en el hombre), falta de deseo (generalmente en la mujer).

Por qué tanto fracaso con tanta tecnología de punta? Primero, porque no consideran el problema del deseo, ese que enreda y hace que las cosas no coincidan: mirar a la mujer del vecino, mujeres que gozan sólo si son maltratadas un poco, los que gozan sólo en lo prohibido, etc. Sin este ingrediente, hasta la más sofisticada erótica se torna mecánica y matapasiones; por eso aún funciona más una enfermera con mini y sucios pensamientos que un señor de delantal blanco explicando siúticamente como se debe tocar a la pareja (que horror ¡). Segundo, porque se trata de un proyecto masculino, paradójicamente publicitado en revistas femeninas- en tanto se propone un sólo goce: el fálico. Ese que lleva a competir por quien hace una mejor performance, ese goce que se puede medir (en un orgasmo), ese que hace que uno se represente en ser un ganador o un patético looser.

Es frente a esto donde el psicoanálisis sigue clamando: 

no hay relación sexual. Que significa esto? algo así como que en el terreno del goce y del amor hay un impasse permanente. Lo que no significa que haya que renunciar, sino que vivirlo con menos presión e idealización.

Lamentablemente mi querido oficio no tiene colores hoolywoodenses. El gran ganador de la jornada es la publicidad, quien inteligentemente ofrece algo sumamente atractivo: goce con su objeto, goce sólo y prescinda del desagradable problema de la relación con otro. Sigo con esto en «AMOR EN LOS TIEMPOS DEL RAVOTRIL» (próximo post)

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